Meditar es pensar y hacer introspección
Al contrario, meditar es dejar las cosas tal como son, es dejar venir los pensamientos sin convocarlos en una reflexión ni analizarlos. El contenido de los pensamientos no nos interesa en la meditación, solamente los observamos como si fueran pompas de jabón.

Meditar es aislarse del mundo, replegarse sobre uno/a mismo/a, ser un poco egocéntrico/a.
Al contrario, meditar es conectar más y mejor con el mundo exterior. También es reducir la obsesión de uno/a mismo/a, cultivar el altruismo e intentar estar más presente en la relación con los demás.

Meditar no es pensar, hay que vaciar la cabeza o bloquear los pensamientos.
Eso es imposible (a menos que te duermas ;-) ). De hecho, sin agitación, refuerzas tu atención y observas con bondad tus pensamientos que nacen y se disuelven ellos solos, sin invadir ni monopolizar tu mente. Los pensamientos son la sal de la meditación. Observa también los momentos de silencio que ya existen en el espacio entre los pensamientos.

Meditar es, ante todo, con un silencio completo.
No es necesario, es importante acoger tu entorno sonoro tal cual es, aceptar la realidad tal cual es. Aunque un entorno tranquilo ayuda a practicar la meditación.

Meditar es empezar con un retiro de 15 días en la India.
Todo lo contrario, es mejor un poco a menudo que mucho a veces. Integra la meditación en tu vida cotidiana y eso ya será mucho.

La meditación es como la relajación.
Todo lo contrario, la meditación no te enseña a relajar una tensión sino a considerarla con exactitud. No es modificar tu experiencia sino permanecer plenamente atento/a. Es cierto que hay una especie de alivio temporal, o relajación, por el "dejar ir" el origen de tus conflictos interiores.

Meditar es adoptar una nueva religión.
Todo lo contrario, estas meditaciones son completamente laicas y están abiertas a todas las personas, creyentes o no, y de todas las religiones. Muchas personas de religiones diferentes practican la meditación sin ningún conflicto con sus creencias.

Meditar es para aquellas personas que tienen unas competencias particulares.
Al contrario, todos podemos y sabemos meditar. Meditar no implica analizar ni reflexionar sobre nada, sino sentir y vivir plenamente una experiencia…

Meditar está reservado a aquellas personas que no tienen una mente demasiado agitada.
Al contrario, es la demostración de la necesidad de acoger esos pensamientos, de mejorar tu capacidad de atención y de recuperar un poco de claridad mental. Esa es la esencia de la meditación.

Meditar sirve para alcanzar el nirvana.
Al contrario, en meditación no hay ni éxitos ni fracasos, y tampoco hay ningún objetivo que conseguir, ni siquiera hay finalidad. Se debe abandonar toda forma de expectativa, para no forzarse y relajarse. A veces quizás alcanzarás cierto estado de paz profunda, de calma y de claridad, sin que eso sea verdaderamente una experiencia fuerte.

Meditar es adoptar el exotismo o la cultura de la meditación (postura del loto, decoración, campanillas, zen, incienso, en un monasterio recóndito).
Todo eso no está mal, es verdad, pero te aconsejamos que medites con una silla y ropa cómoda solamente. Así podrás hacerlo en todas partes: en el trabajo, en el transporte público…

Meditar es complicado.
Al contrario, la meditación es terriblemente sencilla: tu mente empieza a divagar, tú te das cuenta, dejas que esa divagación se vaya y vuelves a prestar atención al tema inicial. Y después lo repites. Lo importante es avanzar a tu propio ritmo y sentir progresivamente las bondades asociadas a esta práctica.

Meditar permite evadirse. 
Al contrario, te sumerges en la realidad y centras tu atención en el momento presente. Así superas los pensamientos parásitos y las rutinas mentales para tener más lucidez y claridad de ti y de lo que te rodea.

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