"Conviértete en el cambio que quieras ver ocurrir en el mundo", Gandhi.
En el tumulto de tus jornadas, a menudo olvidas cuidar de ti mismo/a o incluso olvidas que tendrías que cuidarte, y tu necesidad de recuperar ese estado de tranquilidad y de claridad pasa a un segundo plano.
La meditación es un entrenamiento sistemático de tu atención para regresar al tema principal, sin seguir las divagaciones de tus pensamientos: igualmente, y sin parar durante todo el día, tienes que entrenar tu atención para que regrese al instante presente y a tu respiración, aunque sea durante unos segundos.
Intenta identificar pequeños momentos que marquen tus días (sentarte, abrir una puerta, caminar...) y que podrían convertirse en discretos recordatorios para tu conciencia.
¿Aprecias la calidad de tu presencia durante las sensaciones de meditación? Imagina que permaneces igual de presente y consciente en otros momentos de la vida y no solo durante esas sesiones formales. Si quieres, en cuanto termine la sesión, puedes dedicarle unos segundos, desde la tranquilidad, en lugar de lanzarte de cabeza a tus actividades.
Empieza por identificar claramente lo que harás y a qué lugar irás después.
Enumera todas las mini-acciones, anticipa cómo llevarás a cabo con conciencia ese encadenamiento de tareas anodinas. Intenta, si puedes, gestionar bien las rupturas al pasar de una actividad a otra para mantener esa calidad de presencia y ese estado tan particular vinculado con la meditación: calma, claridad, lucidez, serenidad...
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